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lunes, 30 de abril de 2012

Tragedia en casa: Barça y Madrid eliminados

Mi hermano Pedro y papá comparten muchas aficiones, sobre todo deportivas. A los dos les gusta la Formula 1, el tenis, las carreras de motos y por supuesto el fútbol. En esto último es donde surgen los mayores problemas, porque papá es del Real Madrid y Pedro del F.C. Barcelona. Es en lo único en lo que nunca están de acuerdo y no son capaces de ver los partidos juntos. Compiten entre ellos sobre quién es el mejor jugador, cuál es el que marca más goles y cuando alguno pierde, nunca es culpa de que hayan jugado mal o de que el equipo contrario haya sido mejor. La culpa, siempre y repito siempre, es del árbitro.

Yo le digo a papá que cómo puede ser su culpa si no juega, a lo que él me contesta que si hubiese pitado aquella falta, el otro equipo no habría metido gol. A mí todo esto me suena un poco a excusa. Es como aquel día, en que mamá me pidió que la ayudase a recoger la mesa y se me rompió un vaso, y yo le dije que no había sido culpa mía, sino de ella por meterme prisa.

A papá le extrañaba que mi hermano no fuese de su mismo equipo y se lamentaba diciendo ¡Qué habré hecho yo para que me salga un hijo culé! Yo no entendía que había de malo en eso y me parecía un poco absurdo que se lo tomase así. Fue entonces cuando mamá me explicó que cuando Pedro era pequeño, papá le compraba todo del Real Madrid: el balón, el equipaje, la mochila, etc. Pero todos sus esfuerzos para que el niño fuese de su equipo no sirvieron para nada.

-Lo lógico es que hubiese sido del Madrid ¿Verdad mami? -pregunté.

-Claro, pero tu hermano tiene sus propios gustos y eso es algo muy bueno. Lo que pasa es que a tu padre le cuesta aceptarlo -me contestó.

Os cuento todo esto porque esta semana pasó algo sorprendente. Se jugaba la liga de campeones y los dos equipos estaban en semifinales. Si ganaban pasarían a la final y podrían jugarla entre ellos. Aunque eso sería muy emocionante, en el fondo, cada uno deseaba que ganase el suyo y perdiese el otro, y así, solo uno de ellos jugaría por el título de Campeón de Europa. Por lo que en casa comenzó una pequeña batalla para ver quién se clasificaría. Se pasaron los días hablando de fútbol… que si somos los mejores, que lo vamos a ganar todo, que la copa es nuestra, etc. A mamá y a mí nos tenían fritas ¡Uff qué pesados estaban!

-¿Y qué pasa si pierden los dos? -pregunté de pronto.

-¿Qué dices niña? -dijo mi hermano molesto.

-Eso es imposible María, en todo caso perderá el Barcelona, pero el Madrid pasa fijo -habló papá muy convencido.

-No sueñes papá, este año ganamos nosotros -replicó mi hermano.

Estaban tan convencidos de que iban a ganar, que no se les podía decir nada. Por fin llegó el primer partido. Comenzó jugando el Barcelona y mi hermano estuvo nervioso desde el primer minuto. Al principio todo fue estupendamente y su equipo empezó ganando, pero al final no pudo ser y quedó eliminado. Pedro no podía creérselo, estaba alucinado y balbuceaba cosas incomprensibles: ¡Qué mala suerte hemos tenido! ¡Si fuimos mejores!

-Tranquilo, estas cosas pasan hijo. No te preocupes que otro año será -dijo papá intentando consolarlo, aunque en el fondo yo sé que estaba feliz.

-Bueno, a ver lo que hacen los tuyos mañana, a lo mejor les pasa lo mismo -respondió en tono irónico.

-Entiendo cómo te sientes, pero eso no va a pasar. Este título es nuestro y nadie nos lo va a quitar -habló papá con orgullo.

Al día siguiente jugaba el Madrid y por primera vez, mi hermano quiso verlo con mi padre. Fue un partido largo, con momentos en los que pensé que a papá le iba a dar algo. No paraba quieto, se levantaba, gritaba al árbitro y a los jugadores, casi tanto como cuando veía alguna noticia de la Señora Crisis.

Al final, aunque su equipo ganó, quedaron eliminados igualmente. Para mí no tenía sentido, pero no quise preguntar ya que todo lo que rodea al fútbol me parece una tontería. Hay que ver lo que son las cosas, ayer Pedro estaba triste y papá feliz, y hoy es al revés. Que razón tiene mamá cuando dice que son unos exagerados y hacen una tragedia de nada.

-No te preocupes papá, que ellos jugaron muy bien, la culpa fue del árbitro -le dije intentando animarle.

-¿Qué dices? -me preguntó Pedro.

-Yo que sé, como papá dice que es su culpa cuando pierden, pues digo yo que será eso.

Los dos se echaron a reír al escuchar mi razonamiento. Pasado un rato se consolaron mutuamente y fue la primera vez que estuvieron de acuerdo en algo del fútbol. Comprendieron que toda su guerra durante la semana no sirvió de nada y tuvieron que aceptar la derrota. Tanto burlarse el uno del otro, para que al final los dos quedasen fuera.

4 comentarios:

  1. EN las casas que somos del Depor y del Celta, también pasa lo mismo, jajaja. Encantador relato y ¿triste realidad?

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  2. Yo creo que eso pasa en muchas casas, pero eso es bueno. Me has dado una agradable sorpresa al decirme que seguís al Depor y al Celta, a mí me encantan. Además este año van a subir a primera y que tiemblen Barça y Madrid jeje. Gracias por tu comentario Sandunguera. Un biquiño.

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  3. Hay que hacer a María del Orense, ¿no? Los niños deberían aprender a apoyar y a apreciar lo suyo, aunque sea algo modesto, y decirles que el mesironaldismo de la tele es para cabezas huecas que no tienen ideas propias...
    Y perdón, Lúa, perdón, me dejé llevar. Menos mal que a María no le va mucho el balompié.
    Gracias, Lúa.
    Biquiño.

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  4. Estoy de acuerdo contigo Fernando, los niños deberían valorar lo suyo aunque sea modesto. De todas formas a María le interesan otros temas más revolucionarios, ella es una inconformista como su autora (risas). Gracias por tu comentario amigo. Un biquiño.

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