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lunes, 16 de abril de 2012

Vamos de visita al Museo de Historia Natural

La semana no podía haber empezado mejor. Nada más llegar al colegio, la señorita Paula, nuestra profesora, nos anunció que durante la mañana haríamos una pequeña excursión al Museo de Historia Natural de nuestra ciudad. Toda la clase estalló de alegría, porque en vez de pasarnos el tiempo haciendo sumas y divisiones, lo pasaríamos visitando a nuestros antepasados. Al parecer había una exposición sobre la evolución del hombre, y con ella, podríamos conocer cómo vivían en la Prehistoria y cómo llegamos a lo que somos en la actualidad.

Cuando llegamos, nos dimos cuenta que no éramos el único colegio que había decidido visitar el Museo. Así que nos reunimos un montón de niños y nuestros profesores nos pidieron que hiciésemos grupos de dos para no perdernos. Por supuesto, Clara y yo nos pusimos juntas, e iniciamos la visita con una guía que nos contaba todo lo que podíamos ver en cada una de las salas del Museo.

-Bienvenidos niños, comenzaremos la visita en la sección donde se encuentran los dinosaurios -habló nuestra guía.

En aquella sala se encontraban los esqueletos de los dinosaurios que hacía millones de años habitaban nuestro planeta. Estaban los Brontosauros, los Diplodocus, los Triceratops y los temibles Velociraptor que eran carnívoros y muy veloces. Aunque estos últimos eran más pequeños que los otros, la verdad es que impresionaban y costaba imaginarlos vivos. 

-¡Qué pasada, son enormes! No sé cómo podían convivir con ellos -dijo Clara sorprendida con el tamaño de aquellos animales.

-A mí me dan un poco de miedo ¿Te imaginas encontrarte uno así en el parque? -pregunté sintiéndome asustada con solo pensarlo.

-Tranquila yo te protegería y no permitiría que nada malo te pasase -dijo de repente una voz detrás de nosotras.

-¡Vaya por Dios! Apareció tu amiguito, el listillo -refunfuñó Clara ligeramente molesta al ver que el que nos hablaba era Lucas.

-¡Hola qué sorpresa encontrarte aquí! -respondí haciendo caso omiso a las palabras de mi amiga, al mismo tiempo que volvía a sentir ese cosquilleo extraño en mi estómago que notaba cada vez que le veía.

-Yo también me alegro de verte. Si quieres puedo acompañaros en la visita, si a tu compañera no le molesta -respondió él guiñándome un ojo.

-Por mí puedes hacer lo que quieras, mientras no incordies -dijo Clara con ironía.

-No le hagas caso, normalmente no es tan antipática y claro que puedes acompañarnos -repliqué con una sonrisa y sin poder evitar sonrojarme mientras lo decía.

Así fue como proseguimos juntos con la visita. Pasamos de la sala de los dinosaurios a la de los primeros hombres que habitaron la Tierra. Nuestra guía nos explicó cómo vivían, cazaban y cómo poco a poco fueron evolucionando. Los descubrimientos e inventos que realizaron a través del tiempo y que nos llevó hasta la vida tal y como la conocemos ahora. Gracias a ellos el hombre fue mejorando sus condiciones para poder vivir más cómodamente.

-No estoy muy de acuerdo con eso -dije de pronto interrumpiendo la explicación de la guía.

-¿Cómo dices María? -preguntó mi profesora muy sorprendida ante mi atrevimiento.

-Pues que no creo que hayamos mejorado tanto. Antes ellos solo tenían que preocuparse por tener comida y poco más. No tenían que pagar facturas, ni ir al colegio, ni trabajar. Además de que compartían sus cuevas y vivían todos juntos como una gran familia. Tampoco existía  una Señora Crisis que fastidiase todo el tiempo, dejándolos en la calle sin trabajo ni dinero. Resumiendo, que me parece todo más fácil y sencillo que ahora -respondí muy convencida.

-Bueno, no te falta razón. Pero debes pensar que seguramente a ti no te gustaría vivir en una cueva vestida con pieles, pasando frío y hambre -contestó nuestra guía.

-Pues no sé si me gustaría o no. Además esa mejoría de la que habla no es tan real como dice, porque todavía existen pueblos en África y América Latina que viven así. Y por lo que yo he visto en la tele, algunos de ellos son infelices cuando nosotros vamos a imponerles nuestro modo de vida y les quitamos sus tierras y sus cabañas para que vivan de una forma más moderna. Así que no tengo tan claro que hayamos mejorado tanto como dice -concluí toda seria.

-Bueno ya está bien María, ya debatiremos eso otro día. Ahora continuemos con la visita -dijo la señorita Paula con una ligera sonrisa.

-Me has dejado impresionado, eres una chica muy lista, además de guapa -me susurró Lucas al oído mientras avanzábamos por la sala.

En ese momento noté como me temblaban las piernas. Había conseguido dejarme sin palabras con su comentario. A mí también me parecía un chico muy listo y aunque seguía pensando que la evolución no era tanto como la pintaban, estar con Lucas aquel día en el Museo fue la manera más fantástica de comenzar la semana.

3 comentarios:

  1. El amor es maravilloso. María lo está descubriendo como todas las personas lo descrubrimos alguna vez. A veces tarda y es complicado por las circunstancias, pero siempre vale la pena.

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  2. Ay, que se nos enamora María!! Fantástica, como siempre, pues claro que no hemos mejorado, solo nos hemos complicado, pero nada más. Gracias por regalarnos estas historias tan bien relatadas, Lúa. Nos leemos.

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  3. Gracias Fernando y sí creo que María empieza a descubrir el amor. Esos primeros sentimientos tan inocentes y bonitos. Sobre lo de complicarnos creo que lo peor aún está por venir. Un biquiño.

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