El sábado pasado me levanté muy temprano. Me puse las zapatillas de casa y medio adormilada salí disparada hacia la cocina, donde estaban mis padres desayunando. Entré como un huracán, y casi sin darles los buenos días, empecé a decirle a mamá que me esperase, ya que quería irme con ella a su peluquería. Me apetecía mucho acompañarla y ver su trabajo más de cerca. Además podría ayudarla con las clientas, hacerle compañía y proporcionarles conversación mientras esperaban su turno. Aunque al principio mi idea no pareció gustarle mucho, me explicó que no era tan divertido como yo pensaba y que terminaría por aburrirme, y por eso era mejor que me quedase en casa. Pero nada de lo que me dijo consiguió hacerme cambiar de parecer.
-¡Venga mami! ¡Por favor! Te prometo que me portaré muy bien y no hablaré si tú no quieres -le dije con carita de niña buena.
-Déjala ir mujer, total no podrás convencerla, ya sabes que cuando se le mete algo entre ceja y ceja ya no hay nada que hacer -habló papá poniéndose de mi parte.
-Bueno, está bien, tú ganas. Ahora ve a vestirte que es tarde -concluyó mamá, mientras yo se lo agradecía con besos y abrazos.
Salí de la cocina y me dirigí hacia mi habitación. Nada más llegar, lo primero que hice fue mirarme en el espejo de mi armario. Quería ver qué era lo que tenía entre las cejas, pero por mucho que busqué, no encontré nada. Entonces pensé que seguramente era otra de esas expresiones de mayores, que cada vez me parecen más raras y sin sentido. No quise darle más vueltas al asunto, así que me vestí rápidamente y salí hacia la puerta donde ya me esperaba mamá.
No tardamos mucho en llegar, ya que la peluquería estaba cerca de nuestra casa. Una vez allí, abrimos la puerta y encendimos las luces para que la gente supiera que el negocio estaba abierto. Pasados unos diez minutos, comenzaron a aparecer las primeras clientas. Al verlas, le pregunté a mamá qué quería que hiciese, entonces me puso de encargada para recibirlas, recoger sus chaquetas y darles las revistas para que leyesen mientras esperaban.
La mañana transcurrió entre las animadas charlas de las clientas. Eran muy simpáticas y me lo pasé muy bien. Le dijeron a mamá que tenía que llevarme más veces porque era una niña encantadora. Incluso me dieron propina por mi buen trabajo y llegué a reunir cinco euros, por lo que me sentía feliz. Pero entonces ocurrió algo que no me esperaba y a pesar de que le prometí a mamá que me portaría bien, no pude remediar hacer lo que hice.
-Buenos días, tengo que decirte que últimamente esta peluquería esta perdiendo su buena imagen, no deberías permitir ciertas cosas -habló una señora muy elegante que acababa de entrar.
-Buenos días Doña Manolita, y perdone, pero no entiendo a qué se refiere -le contestó mi mamá.
-Mujer, ¿a qué va ser? A esos harapientos que tienes ahí en la puerta -dijo señalando hacia la entrada en un tono muy desagradable.
-Doña Manolita, no son unos harapientos. Es una mujer con su hijo pequeño, están pasando una mala situación y suelen venir los fines de semana porque siempre les doy algo para ayudarles un poco -le explicó mamá con una sonrisa.
-Pues no me parece bien, yo vengo a la peluquería para arreglarme y pasar un rato agradable, no para ver desgracias ajenas. Además deberías pensar más en la buena imagen de tu negocio que en esos pobres miserables -replicó con desprecio.
-Usted es la pobre miserable y no ellos. No tiene corazón señora, ni vergüenza. Debería dar gracias por no verse en una situación tan triste como esa gente a la que tanto desprecia. La única que da mala imagen al negocio de mi madre es usted -dije muy seria y enfadada.
-¿Cómo te atreves niña? Eres una mal educada -me contestó muy ofendida-. Deberías enseñar un poco de respeto a tu hija, y que sepas que acabas de perder una clienta -le dijo a mi madre.
-Siento mucho que piense así Doña Manolita. Pero es usted la mal educada, no María. Buenos días señora -habló mamá mientras la invitaba a salir de la peluquería.
Una vez se marchó, no pude evitar sentirme mal. Me había levantado aquella mañana para ayudar a mamá y lo único que conseguí fue que perdiese una clienta. Le pedí perdón por haberle contestado así a aquella mujer. Pero mi madre me dijo que no tenía nada que perdonarme y que se sentía muy orgullosa de mí. Me explicó que la gente que despreciaba a otras personas porque tenían menos, no merecían ningún respeto. Después cogió una bolsa donde tenía unos bocadillos y me pidió que se los diese a la señora y a su hijo. Además de darles lo que me mandó mamá, también les dí los cinco euros que me había ganado en propinas, ya que pensé que ellos los necesitaban más que yo.
Hoy María ha estado de ponerse de pie y aplaudir a rabiar.
ResponderEliminarPor desgracia, existen demasiadas señoronas elegantonas, pero, afortunadamente, hay muchas más Marías. Lo que debemos procurar (porque es vital) es que no dejen de ser buenas personas.
Bravo, Lúa, genial.
Un biquiño, amiga.
Gracias Fernando por todo tu apoyo, tanto aquí como en el facebook. Eres una persona maravillosa que merece lo mejor y estoy encantada de tenerte como amigo. Y no te preocupes que las Marías vencerán a las señoronas estiradas y antipáticas como esta.
EliminarUn biquiño amigo.
Estuve esperando todos los días las nuevas aventuras de MAría,incluso hasta ayer a las 8 a pesar del trabajo. Pensé que MAría estaría de exámenes, peropor fin, para suerte de mi hija y mía, apareció con una bella y noble historia. Enhorabuena y, por favor, no tardes tanto, jejeje.
ResponderEliminarVaya Sandunguera, me dejas sin palabras, no sabía que esperabas tanto las historias de la pequeña María jeje. He estado un poco liadilla y por eso tardé algo más de lo que pensaba.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la historia de hoy. Gracias por seguirme y por comentarla.
Un biquiño enorme para ti y otro para tu niña :)
NENA, ÓS TEUS CONTOS TAM FERMOSOS ESTÁN PUBLICADOS EN ALGUNHA EDITORIAL ,A MIÑA NETIÑA GOSTANLLE MUITO PERO DI QUE LLE GOSTARIA MAIS LER EN LIBRO. MUITOS BIQUIÑOS TESORO.
ResponderEliminarLo siento Asun, estamos en ello, pero de momento solo se pueden leer en el blog. Dile a tu nieta que si llego a publicarlos ella será la primera en tenerlos. Muchos biquiños para las dos :)
ResponderEliminarhoy no pude leer a ultima hora, pero lei ahora y me encanta. Sigue asi lua que eres la mejor. en serio qie si. escribe pronto
ResponderEliminarHola Lua! Por desgracia señoronas como esa hay muchas que desprecian a los que menos tienen, pero María como siempre le dio una buena lección ,ejemplar María como siempre ,buena ,humana y servicial ,y ojala todos tuviéramos el coraje de plantar cara a ciertas personas ….toda una lección por parte de nuestra preciosa María ..Me encanta Lua, besitos preciosa y para María por supuesto jejejeje.:-))♥♥
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