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jueves, 17 de octubre de 2013

El 12 de Octubre no fue festivo para todos

La semana pasada, nuestra profesora, la señorita Paula, nos pidió que hiciésemos una redacción sobre la festividad del 12 de octubre. Al oírla me puse muy contenta porque después de un mes de clases, por fin, llegaba el primer festivo del curso. Pero mi alegría duró muy poco, ya que al mirar el calendario descubrí que este caía en sábado.

Al principio me desilusioné mucho aunque después pensé, que al menos mamá, no tendría que trabajar en la peluquería y así podríamos ir el fin de semana a casa de los abuelos ¡Qué bien!

-Quiero que expliquéis porqué es festivo ese día, qué es lo que celebramos y también cómo lo celebráis en casa. Os recuerdo que puntuará para el examen de Lengua -habló la profesora despertándome de mis pensamientos.

-¿De cuántas páginas tenemos que hacerla? -preguntó mi amiga Clara.

-Con una o media página es suficiente. Lo más importante es que cuidéis la ortografía ya que no quiero faltas ¿entendido niños? -nos dijo.

-Sí señorita -contestamos todos juntos.

-¿Cuándo tenemos que entregarla? -preguntó Lucas.

-Las recogeré el lunes, así que tenéis tiempo suficiente para hacerla. Bien, ahora podéis marcharos, la clase ha terminado -habló la señorita Paula.

Cuando llegué a casa le conté a mi papá lo de la redacción que teníamos que preparar. Pero sobre todo le hablé de mi idea de pasar el fin de semana con los abuelos, ya que desde el mes de agosto no habíamos vuelto y los echaba de menos. A papá le pareció fantástica y esperamos a que viniese mamá para proponérselo. Los dos estábamos de acuerdo en que a ella le sentaría bien descanar esos dos días ya que trabajaba muchas horas y últimamente se la veía muy cansada. Pero cuando llegó y le contamos lo que habíamos planeado, en vez de alegrarse su cara se tornó triste.

-Es una idea estupenda, pero no podré ir porque tengo que trabajar -dijo apenada.

-¿Cómo que tienes que trabajar? Pero si es festivo mami -le pregunté sorprendida sin entender nada.

-Ya lo sé cariño, pero abren los negocios de alrededor y yo también tengo que abrir -me explicó.

-Esto es el colmo, ni los festivos se respetan ahora. Claro, no vaya a ser que descanses dos días seguidos. La culpa de todo la tiene el gobierno por permitir estos atropellos -dijo papá enfadado.

Durante un rato me quedé sin saber qué decir. Por mucho que me lo explicara seguía sin entender porqué tenía que trabajar un día festivo ¿Quién ganaba con ello? Estaba claro que los trabajadores no ¿Acaso la gente no podía comprar otro día? Empezaba a pensar que no solo el gobierno, como decía mi papá, era el culpable de esta situación. Con estos pensamientos me fui a mi habitación para escribir mi redacción.

REDACCIÓN

12 DE OCTUBRE FIESTA NACIONAL

El 12 de Octubre se celebra en nuestro país el día de la Hispanidad. Se llama así porque  hace muchos años, un 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón descubría América. Aquel descubrimiento tan importante para ambos mundos, convirtió este día en memorable y a partir de entonces se inició el contacto entre Europa y América. Años después esta jornada sería declarada Fiesta Nacional de España.

Además de esto también se celebra el día del Pilar en honor a la Virgen del Pilar, patrona de Aragón y en particular de la ciudad de Zaragoza. Durante una semana viven sus fiestas patronales. Además de multitud de actos culturales también realizan una ofrenda floral a la Virgen del Pilar y una ofrenda de frutos.

Como podemos ver es un día muy importante para nuestro país. Con dos celebraciones muy significativas. Esta jornada se declaró festiva y no laborable para que todos los ciudadanos pudiesen disfrutar y conmemorar el 12 de Octubre.

Pero este año pasó algo totalmente incomprensible para mí. A pesar de todo esto, mucha gente tuvo que trabajar ese día porque las empresas consideran que estar cerrados dos días seguidos perjudica sus ventas y beneficios. Da igual que el trabajador tenga que renunciar a su merecido descanso, da igual que no puedan disfrutar de un fin de semana con su familia, da igual que muchos niños no puedan disfrutar de la compañía de sus padres, eso no importa.

Es por todo esto que este día ya no me parece tan importante ¿De qué sirve que lo declaren no laborable si luego no lo respetan? Aunque estoy segura de que si todos nos concienciáramos y esos días festivos nadie comprase nada, a lo mejor las empresas no abrirían porque no les saldría rentable. Pero claro, para eso tendríamos que ser solidarios y pensar en los que están trabajando, porque al final todos nos perjudicamos. De nada sirve quejarse luego de las injusticias si nosotros somos los primeros en cometerlas y apoyarlas.

jueves, 1 de agosto de 2013

Nos vamos de vacaciones

Este año, debido a la crisis, mi mamá no puede cerrar la peluquería durante el mes de agosto. Así que nos quedamos sin vacaciones porque, según dice ella, es un lujo que no nos podemos permitir. Me da mucha pena que no pueda tener su bien merecido descanso. Ella trabaja muy duro durante todo el año, hace un montón de horas diarias para que no nos falte de nada, ya que mi papá está en paro y el negocio es el único ingreso que sustenta a nuestra familia. Aunque él también ayuda en todo lo que puede y  hace alguna que otra chapucilla por ahí para traer algo más de dinero a casa. Pero no es suficiente para pagar todas las facturas y es por eso que prefieren no cerrar este mes para intentar arreglar un poco este año tan malo.

A pesar de todo esto, mis padres no quieren que nosotros suframos las consecuencias y es por eso que mañana viene mi abuelo a recogernos a mi hermano y a mí para pasar este mes en su granja. Aunque me encanta pasar las vacaciones con los abuelos, sobre todo ahora que tienen una piscina para refrescarnos, no me parecía justo que nosotros lo pasáramos bien y ellos se quedaran en la ciudad trabajando.

-Es igual mami, nosotros nos quedamos también. Además podemos ayudarte en la peluquería, yo puedo lavarles el pelo a las clientas y Pedro cobrarles por el trabajo -le expliqué intentando convencerla para que nos dejasen quedar con ellos.

-Eres un cielo María, pero esto no es discutible. Vosotros os vais al pueblo con los abuelos y quiero que lo paséis muy bien que os lo merecéis por las buenas notas que sacasteis los dos -me dijo muy seria.

-Esto todo es culpa de la malvada Señora Crisis que no para de molestar, hasta las vacaciones tiene que fastidiárnoslas ¡No es justo! Yo quiero pasar el verano con vosotros -repliqué enfadada.

-No te preocupes por nada nena, nosotros iremos todos los fines de semana. Ya verás como será muy divertido, ni te darás cuenta de que no estamos el resto de los días -me dijo papá con una sonrisa.

Aunque no era lo mismo que estar todo el mes juntos, no quise decir nada más. Entendía que mis padres todo lo hacían por nosotros y querían que tuviésemos unas buenas vacaciones aunque ellos tuviesen que sacrificar las suyas. Así que me dispuse a preparar mis cosas para que cuando llegase el abuelo al día siguiente todo estuviese listo.

Por la noche mi mamá preparó una cena especial: pizza casera y de postre flan de huevo, como despedida ya que no nos veríamos en una semana. Todo estaba delicioso, bueno es que ella es una gran cocinera y todo lo que cocina siempre estaba riquísimo. Una vez terminamos de cenar nos dijo toda la retahíla de recomendaciones que siempre nos daba cuando salíamos de casa: portaros bien, obedeced a los abuelos, ayudar en las tareas que os manden, etc. No sé para que nos lo recuerda, si ya nos lo sabemos de memoria, en fin.

Durante este mes no escribiré nada en mi diario, me limitaré a disfrutar de mi estancia en la granja e intentaré pasar todo el tiempo posible con mi familia. Así que me despido de vosotros y vosotras y nos veremos nuevamente en septiembre. Ya solo me queda desearos unas muy felices vacaciones a todos. Espero que lo paséis muy bien y no dejéis que nadie os las amargue, ni siquiera la malvada Señora Crisis, ya nos ocuparemos de ella a la vuelta.

jueves, 20 de junio de 2013

La declaración de la renta, menudo rollo

Este mediodía, cuando llegué del colegio, me encontré a mis padres que hablaban acaloradamente. Estaban en la cocina y no parecía que estuviesen discutiendo, más bien era como si estuviesen disgustados por algo, sobre todo mi papá. No dejaba de decir que todo era muy injusto y que de dónde sacarían ahora el dinero para pagar no sé qué cosa. Mientras mi mamá intentaba tranquilizarlo diciéndole que ya lo solucionarían, que nunca llovió tanto que no parase. Al escucharla me quedé pensando que yo no estaba tan segura de eso, ya que al ritmo que íbamos no tenía mucha pinta de que fuese a parar de llover. Claro que pronto me di cuenta que aquello, seguramente era una de esas expresiones que tanto les gustaba utilizar y que no tendría nada que ver con la lluvia.

Como no entendía nada de lo que hablaban decidí preguntarles directamente. Ellos se sorprendieron al escucharme, ya que tan ensimismados estaban en su conversación, que ni siquiera se habían dado cuenta de que ya había llegado a casa. Intentaron disimular para que creyese que no estaban hablando de nada importante, y me salieron una vez más, con lo de que eran cosas de mayores y que no tenía de qué preocuparme. ¡Pues van listos si creen que con eso me van a hacer callar!

-Esa respuesta no me sirve, sé perfectamente que pasa algo. Así que no me tratéis cómo si fuese tonta y contármelo -les dije muy seria.

-Pero bueno, ¿qué manera es esa de hablar señorita? -me preguntó mamá ligeramente enfadada.

-Perdóname mami. No es mi intención ofenderos, pero ya no soy tan pequeña para que me tengáis que ocultar las cosas. Además somos una familia y las familias resuelven los problemas juntas -le respondí muy convencida.

-Esta es mi chica. Pero que lista eres. Está bien, te lo contaremos. Porque ya veo que es imposible ocultarte nada, y tienes razón, somos una familia y tú tienes todo el derecho a saber lo que ocurre -habló mi papá.

Enseguida me di cuenta de que a mi mamá no le parecía buena idea que me lo contase. Ella siempre quería protegerme de todo lo malo y pensaba que viviendo en la ignorancia yo era más feliz. Pero se equivocaba, yo necesitaba saber lo que ocurría a mi alrededor, sobre todo las cosas que le pasaban a mi familia. Así que me senté al lado de mi papá y comenzó a explicarme que estaban disgustados por culpa de la declaración de la renta.

-¿Declaración de la renta? ¿Y eso qué es? -pregunté sorprendida.

-Intentaré explicártelo de manera sencilla para que puedas entenderlo María. Cada mes de abril comienza en nuestro país lo que se conoce como “Campaña de la Renta”. Durante unos tres meses los ciudadanos tenemos la obligación de presentar la declaración de IRPF. Se llama así porque es un impuesto personal que se paga por la renta obtenida durante un año, es decir, sobre el dinero que tú has ganado en ese año -me contó mi papá.

-Entonces la gente tiene que pagar al final del año por el dinero qué ganó ¿es eso? -interrogué.

-Bueno la gente ya paga todos los meses por el dinero que gana, normalmente en el sueldo que cobra un trabajador ya le descuentan una parte para pagar ese impuesto -me dijo.

-Pero no entiendo, si ya se lo descuentan todos los meses ¿Por qué tiene que volver a declararlo al final del año? -seguí preguntándole.

-Porque es la forma que tienen de saber si has pagado impuestos de más o de menos. Si has pagado más de lo que te correspondía, entonces te devuelven dinero y si has pagado menos, eres tú el que tienes que pagar una cuota extra ¿entiendes? -me preguntó una vez terminó de explicármelo.

Aunque me parecía un poco rollo, más o menos entendí lo que papá me explicó. Pero lo que no comprendía era porqué estaba tan enfadado con eso. Fue en ese momento cuando me indicó que este año, debido a la crisis, el gobierno había subido los impuestos. Eso provocaba que muchas familias, incluida la nuestra, se viesen obligados a pagar. Porque según nuestra declaración de la renta, nosotros habíamos pagado menos.

-Pero papi, si tú no tienes trabajo ¿cómo ibas a pagar más? -pregunté asombrada.

-Pues por eso estoy indignado cariño. No tengo empleo y a mamá le cuesta mucho sacar adelante una peluquería, que solo da para cubrir gastos y poco más. Además tenemos que pagar la hipoteca de la casa y cada vez es más difícil llegar al final de mes, y como si todo esto no fuera suficiente, ahora resulta que también tenemos que pagar más impuestos -me contó enfadado.

-Pues no los pagues, diles que no puedes y ya está -le dije.

-Ojala fuese así de fácil María pero no puedo hacer eso, si no pago me ponen una multa y todavía tendré que pagar más -me contó con pena y resignación.

Durante unos minutos me quedé callada, pensando en todo lo que me relató mi papá. Entendía perfectamente sus enfados ante las cosas que ocurrían a nuestro alrededor y hasta yo me ponía de mal humor escuchándole. ¡Qué injusto me parecía todo! Cada vez me gustaba menos este mundo de mayores. Sobre todo las desigualdades que había entre la gente, donde los pobres cada vez eran más pobres y los ricos cada vez más ricos.

Mis padres se mataban a trabajar y luchaban para darnos lo mejor a mí y a mi hermano, y el gobierno se lo agradecía oprimiéndoles cada día un poco más, en vez de ayudarles a salir adelante. No lograba entender cómo podían construir un mundo con tantas diferencias y el porqué no luchaban para que todos pudiésemos vivir con dignidad.

Dignidad. Me gustaba mucho esa palabra. La señorita Paula nos la explicó la semana pasada en el colegio. Significa el valor que tiene cada individuo, el derecho a vivir en libertad y a la toma de decisiones. La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona de ser merecedora de respeto, es decir, que todos merecemos respeto sin importar cómo seamos. Entonces ¿Por qué los adultos no luchan para que todos la tengamos?

jueves, 2 de mayo de 2013

1 de Mayo, Día de los Parados

Después de varias semanas viendo a mi papá, más o menos tranquilo, este mediodía volvió a enfadarse. El motivo fue porque hoy se celebró el Día del Trabajador. Aunque yo estaba encantada, porque gracias a eso no tuve colegio y pude dormir toda la mañana a pierna suelta, como acostumbraba a decir mi mamá. En cambio, parecía que a él no le gustaba nada aquella fiesta, incluso le producía rabia.

Mientras veíamos las noticias, no paraba de decir lo irónico que era celebrar un día en el que tener un trabajo era algo parecido a un privilegio. Según él había más gente sin trabajar que trabajando por lo que celebrar aquel día era un poco de risa. Por supuesto yo no entendía nada, básicamente porque no paraba de barullar cosas incomprensibles para mí. Hablaba tan alto que mi mamá lo mandó que se fuese para el salón porque le estaba poniendo la cabeza como un bombo.

-Claro como tú eres la única que trabaja en esta santa casa, pues a ti que te va importar lo que le pase a los demás -le contestó papá cada vez más enfadado.

-Anda deja de decir tonterías, a mí también me afecta, esto es un problema de todos -dijo mamá ligeramente molesta por su comentario.

-Tienes razón, perdóname. Es que estas cosas me sacan de mis casillas -le dijo.

Supongo que cuando se refería a sus casillas, no estaba hablando del portero del Real Madrid, sino que era más bien una de esas expresiones que tanto les gustaba utilizar a los mayores. Así que no pregunté nada y me fui con él para el salón. Sentía curiosidad por saber de qué hablaba, y fue por eso que me senté a su lado, para poder escucharle mejor. Entonces, dijo algo que me dejó sorprendida.

-Esto es insostenible, somos más de seis millones de parados en este país.

Durante unos minutos me quedé mirándole, sin saber muy bien a qué se refería. No conseguía imaginarme a tanta gente junta y quieta, con lo aburrido que tendría que ser eso. Tampoco podía evitar el preguntarme porqué estarían parados, y dónde. ¿En una estación de autobús quizás? ¿O estarían esperando para ver algo? ¿Y porqué mi papá estaba con ellos? Decidí preguntarle para salir de dudas y su respuesta fue una enorme carcajada. Tanto se reía que casi se atraganta, lo cual me molestó muchísimo. Encima de que me preocupaba por entenderle y le acompañaba, a él le hacían gracia mis preguntas ¡Qué antipático!

-¡Ay cariño! Eres fantástica -me dijo entre risas.

-Pues a mí no me lo parece, me estoy sintiendo como si fuese tonta -respondí algo enfadada.

-No María, tú no eres nada de eso. Lo que pasa es que cuando digo seis millones de parados, me refiero a personas que están sin trabajo ¿entiendes ahora? -me contó.

-¡Ah vale! O sea, que la gente que no tiene trabajo se llama parada. Entonces tú eres un parado ¿verdad papá? -le pregunté.

-Pues sí nena, por desgracia soy uno de ellos. Por eso me molesta que se celebre este día cuando la mayor parte de la gente no tiene trabajo y pasa por dificultades. Me preocupa que las cosas, en vez de mejorar, empeoren día a día -me explicó con tristeza.

-Te entiendo, pero porqué todas esas personas no se mueven. A lo mejor si toda la gente se une y dejan de estar parados las cosas cambian ¿no crees papi? -le dije.

-Puede que tengas razón y sea hora de que todos nos movamos, la cuestión es hacía dónde vamos -me indicó.

-Hacia delante papá, siempre hay que caminar hacia delante -concluí muy seria.

Entonces se quedó mirándome, como pensando en lo que le había dicho, y pasados unos minutos, me señaló que eso era lo que haríamos. No íbamos a seguir esperando a que las cosas cambiasen, nosotros las cambiaríamos. Dejaremos de lamentarnos y nos levantaremos para avanzar todos juntos, y poder así, construir  un sitio mejor donde vivir. También me comentó que con mis palabras, le había recordado una frase de Martin Luther King. Según me contó, este fue un gran hombre que luchó por los derechos civiles y por la igualdad.

-¿Y qué fue lo que dijo papi? -pregunté curiosa.

-Si no puedes volar, entonces corre. Si no puedes correr, entonces camina. Si no puedes caminar, entonces arrástrate. Pero sea lo que hagas, sigue moviéndote hacia delante -me recitó mi papá.

Era la primera vez que oía hablar de aquel hombre, pero sus palabras me encantaron y por eso las escribí en mi diario para recordarlas siempre. Fue así, llevados por el espíritu de Martin Luther King, como salimos a la calle y nos unimos a las manifestaciones que había en el centro de la ciudad. Al final fue un día estupendo, y estoy segura, de que las cosas empezarán a mejorar…porque como dice papá a peor ya no pueden ir.