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jueves, 6 de junio de 2013

¡Vamos a la piscina!

Después de varios días en los que no se sabía muy bien si estábamos en invierno o en primavera, hoy, por fin, llegó el sol. Brillaba radiante en lo alto del cielo y sus rayos daban un maravilloso calorcito que invitaban a salir de casa. A todo esto había que añadir, que como estábamos en junio ya no teníamos clases por la tarde, lo que me dejaba más tiempo para disfrutar del casi veranito.

Fue por eso que este mediodía la tía de Clara, mi mejor amiga, llamó a mi mamá para pedirle permiso y llevarme con ellas a la piscina municipal. Ni que decir tiene, que al oír su invitación empecé a dar saltos de alegría, tantos, que mi mamá no pudo negarse. Tan agradecida me sentía que la abracé con todas mis fuerzas, mientras ella intentaba calmarme diciéndome que fuese a prepararme, porque en media hora vendrían a buscarme.

Rápidamente me fui a mi habitación para preparar mi mochila. Metí una toalla, un peine, el bronceador y por supuesto el precioso biquini nuevo que me había comprado la abuela ¡Qué ganas tenía de estrenarlo! Una vez terminé, me fui a la cocina donde mi mamá me esperaba con el bocadillo preparado y su interminable lista de recomendaciones: pórtate bien, obedece todo lo que te manden, cómete la merienda y espera dos horas antes de volver a bañarte, ponte abundante crema al llegar y al salir del agua que el sol es muy peligroso y podrías quemarte, etc, etc. Siempre igual, ¿cuándo se dará cuenta de que ya soy mayor? En fin, supongo que es algo que hacen todas las madres, y sino me lo decía no se quedaba tranquila. Así que me limité a contestarle a todo con un ¡Sí mamá!

Diez minutos más tarde, Clara y su tía me esperaban en el portal. Le di un beso a mamá prometiéndole que haría todo lo que me había dicho y bajé corriendo las escaleras. Al llegar, me subí al coche y Clara y yo nos abrazamos felices pensando en la maravillosa tarde que nos esperaba. Poco después llegamos a las instalaciones donde se encontraban las piscinas municipales, y se notaba que el calor empezaba a apretar porque estaban llenas de gente.

-Vamos chicas coger vuestras mochilas y nos pondremos cerca de aquellos árboles que hace menos calor -nos dijo la tía de Clara nada más bajarnos del coche.

-¡Mira María, el puesto de los helados está abierto! -exclamó Clara emocionada.

-¡Qué bien! Con las ganas que tengo de comerme uno -le contesté.

-Más tarde nenas, ahora vamos a colocar las toallas y darnos un chapuzón -habló su tía.

Mirando de reojo hacia los deliciosos helados, cogimos nuestras cosas y nos dirigimos hacia donde ella nos mandó. Era un sitio precioso y había dos piscinas de un color azul intenso que invitaban a bañarse. Una era para los mayores y otra para los pequeños, ambas rodeadas de hierba muy brillante y cortita, que según nos explicó su tía, se llamaba césped. En una esquina del recinto había una zona con árboles que simulaba un pequeño bosque. Fue allí donde nos instalamos porque había sombra y se estaba muy fresquito.

Aunque todo era precioso, nosotras lo único que queríamos era bañarnos y disfrutar del agua, así que dejamos al lado de un árbol nuestras cosas y nos fuimos al vestuario a ponernos los biquinis. En menos de cinco minutos ya estábamos tirándonos dentro de la piscina. Al principio el agua estaba un poco fría pero enseguida nos acostumbramos y ya no queríamos salir. Llevábamos casi una hora nadando, buceando y saltando por un tobogán que había en uno de los extremos de la piscina, cuando de pronto, alguien se apoyó en mí y me hundió hasta el fondo. Asustada y sin saber muy bien qué pasaba, salí hacia fuera con la respiración entrecortada y agitando los brazos con cierto nerviosismo, mientras oía risas a mi alrededor.

-Eres un idiota Lucas, no tiene gracia, menudo susto le has dado -le regaño muy enfadada Clara, al tiempo que se acercaba hacia mí para tranquilizarme.

-Perdona, era una broma, no quería asustarte ¿Estás bien María? -me preguntó preocupado al darse cuenta que casi me ahoga.

-Sí, estoy bien, pero no vuelvas hacerlo -le contesté con la voz entrecortada y sintiendo como me temblaban las piernas, aunque creo que era más por tenerle tan cerca que por lo que acababa de pasar.

-Eres un bruto, chico tenías que ser -le espetó mi amiga que seguía muy enfadada.

-Vale, tienes razón Clara. Vamos hacer una cosa, para que veas que estoy arrepentido os invito a un helado -nos dijo con una sonrisa tan dulce que era imposible negarle nada.

Entonces, salimos del agua para dirigirnos al puesto de los helados. A medida que nos acercábamos, recordé que aquellos heladeros llevaban allí toda la vida. Una vez mi papá me contó que pertenecía a una familia de los alrededores, y que el negocio, había ido pasando de padres a hijos. Hacían ellos mismos los helados y eran los más ricos de toda la ciudad. Mientras pensaba esto, notaba como la boca se me hacía agua, y al llegar, los tres nos quedamos babeantes mirando el expositor, sin saber muy bien cuál pedir. Todos tenían una pinta deliciosa. Los había de todos los sabores y colores que te podías imaginar.

La verdad es que era difícil elegir uno y si por mí fuese me los comería todos. Finalmente fue Clara la primera en decidirse, pidiendo un cucurucho de yogur con fresa, y yo, después de meditarlo mucho pedí uno que llevaba nata con pepitas de chocolate. Tenía un nombre un poco raro, stracciatella. Le pregunté al dependiente, un chico moreno muy amable, porqué se llamaba así, y me explicó que su nombre provenía del italiano y significaba “despedazado” y era porque llevaba el chocolate en trozos.

Tengo que reconocer que fue una magnifica decisión, porque estaba riquísimo, y a partir de ese momento, el helado de stracciatella sería mi favorito. Lucas también solicitó el mismo porque decía que si yo lo elegía seguro que estaba buenísimo. Al escucharlo no pude evitar sonrojarme, algo que me dio mucha rabia porque no quería que él se diese cuenta de lo nerviosa que me ponía. Aunque creo que lo que le decidió realmente fue ver mi cara de satisfacción al saborear el helado ¡Qué bueno estaba!

8 comentarios:

  1. Ummm, ya llega el veranito pero donde yo vivo aún hace fresquito. Que suerte tiene María que ya puede bañarse y comer helados, aunque prefiere ponerse nerviosa con Lucas, jaja. Bueno, a mi hija también le encanta la straciatella, jejeje. EN fin Lua, maravillosa y veraniega esta nueva historia. Muchos Bicossss.

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    1. La verdad es que tenemos muchas ganas de calorcito y sobre todo de saborear helados, y sí son de straciatella, mejor. Me alegro que te gustase la historia de hoy.
      Gracias por estar ahí y por tu apoyo.

      Un biquiño amiga

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  2. Menos mal que Lucas sumo corregir el fallo conquistando a sus amigas con un delicioso helado,los niños hacen travesuras,pero en el fondo se dan cuenta cuando cometen un error,afortunadamente no hubo nada que lamentar,exepto el susto.

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    1. Los niños son más listos de lo que parece, al final Lucas solo pretendía llamar su atención pero al darse cuenta de su error se portó como un caballero, igual que haces tú mi querido Carlos. Gracias por tu comentario y por tu apoyo.

      Un biquiño tesoro

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  3. Que desparpajo, que naturalidad, que calor!! María siempre divertida hoy disfrutó con la piscina, con el helado, con Lucas.......... Jajajaja se deja entrever un futuro por ahí jejeje

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    1. Es que tenía muchas ganitas de piscina Juan, casi tantas como yo de playa jeje. Gracias corazón, un biquiño.

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  4. Mila Miguélez Teixeira10 de junio de 2013, 21:16

    ¡Buenas noches Lua! Perdona por no comentar antes desde el viernes no estuve. Como siempre me hace reír María pero que poco le duro la alegría del buen tiempo volvemos a estar igual así que tendrá que esperar para volver a la piscina ....jajajaja. Anda que Lucas vaya susto le hizo pasar jejejeje pero ella encantada a pesar de la aguadilla...como le gusta Lucas jejejeje.
    Preciosa y amena la historia de hoy de María como siempre .Gracias de nuevo preciosa me encantó pasé un rato muy agradable leyéndola.
    Feliz noche linda bikiños muchos

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    1. ¡Buenas noches Mila! Nada que perdonar xd, me alegro que te gustase la historia y sí que es una pena lo poquito que nos duró el buen tiempo con las ganitas que tenemos de calor jajaja. Bueno Lucas es la debilidad de María y haga lo que haga ella siempre le perdona, son esos primeros amores en los que todo es bonito.
      Feliz noche preciosa y gracias por comentarla.

      Un biquiño linda

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