Esta semana fue un poco loca.
Parecía que nadie estaba contento. Todos se quejaban y protestaban. Mi papá se
pasaba el día enfadado contra el gobierno, algo que comenzaba a ser bastante
habitual. Encima la malvada Señora Crisis le traía por la Calle de la Amargura , como
acostumbraba a decir. Al escuchar aquel nombre tan curioso, empecé a
preguntarme dónde estaría exactamente aquella calle, y si quedaría muy lejos de
nuestra casa. Así que me puse a buscarla en un callejero, de esos que traen las
páginas amarillas del teléfono…pero nada, no la encontré. Entonces pensé que
tal vez estaría en otra ciudad, porque la verdad es que a mi no me sonaba nada.
Pero tampoco quise preguntar, ya que era consciente de que había cosas más
importantes por las que preocuparse que por saber donde estaría la dichosa
Calle de la Amargura.
Amargura era la que empezábamos a
vivir en mi colegio. Esa sí que era preocupante, ya que en mi escuela las cosas
empeoraban cada día un poco más. Apenas teníamos calefacción, lo que nos
obligaba a acudir a clases súper abrigados. Por eso, mi mamá se empeñaba en
ponerme tanta ropa que a veces no tenía muy claro si me iba al Polo Norte o al
colegio a estudiar. Aunque este no era el único problema que había, también nos
faltaba material necesario para ciertas asignaturas, sobre todo deportivo, el cual nos impedía realizar las clases de gimnasia con normalidad.
Sin embargo, nuestros profesores
intentaban arreglarse con los pocos recursos con los que contaban. Se
esforzaban por darnos la mejor educación y muchos de ellos traían cosas de sus
casas para intentar que las clases fuesen más amenas. Ayudados por la
asociación de padres y madres, habían hecho un fondo común para poder comprar:
tizas, borradores, cartulinas, etc. Pero la situación no era fácil y se notaba
que cada día, estaban más desanimados.
A parte de todo esto, en el patio
los alumnos de secundaria estaban cada vez más enfadados. No dejaban de
refunfuñar y se quejaban de que ahora sería mucho más difícil seguir
estudiando. Al parecer habían hecho una reforma que nos obligaba a estudiar más
y sacar mejores notas si queríamos ir a la universidad.
Fue por este motivo que esta mañana los mayores se negaron a estudiar. Fueron por las clases y pidieron a los profesores permiso para convocar una reunión estudiantil y estos aceptaron. Entonces nos levantamos de nuestros pupitres y en fila nos dirigimos hacia el salón de actos del colegio. Una vez allí fuimos ocupando las butacas hasta que estuvimos todos sentados.
Fue por este motivo que esta mañana los mayores se negaron a estudiar. Fueron por las clases y pidieron a los profesores permiso para convocar una reunión estudiantil y estos aceptaron. Entonces nos levantamos de nuestros pupitres y en fila nos dirigimos hacia el salón de actos del colegio. Una vez allí fuimos ocupando las butacas hasta que estuvimos todos sentados.
Aunque nosotros no entendíamos
muy bien lo que estaba pasando, el simple hecho de no tener que ir a clases
siempre era un motivo de alegría. Incluso alguno de mis compañeros pensaba que
estábamos allí porque había una función de teatro ¿Pero cómo podían pensar semejantes tonterías? En ese momento entendí
muchas cosas y no me extraña que el país vaya como va ¡Ay dios mío! Ya empiezo
hablar como mi padre. Mientras yo seguía absorta en mis pensamientos, uno de
los alumnos de la ESO
salió al escenario. Cogió el micrófono y tras un leve carraspeo, empezó hablar
muy serio.
-Compañeros y compañeras, todos
sabéis los problemas que llevamos sufriendo en nuestro colegio desde el año
pasado. Los recortes en educación nos están costando muy caros y nos impiden
que podamos estudiar con normalidad. Así que hemos decidido convocar una huelga
estudiantil. Ya que los mayores no hacen nada, lo haremos nosotros. No vamos a permitir
que nos recorten nuestros derechos y tampoco dejaremos que jueguen con nuestro
futuro. Así que a partir de esta tarde no asistiremos a clase, saldremos a la
calle a protestar hasta que nos escuchen y nos garanticen una educación
gratuita y digna.
Terminado su discurso, todos
empezamos a gritar y a aplaudir en señal de apoyo a lo que acababa de decir. No
era justo lo que estaba pasando y nosotros no teníamos la culpa. Tan solo
éramos niños que lo único que queríamos era que nos dejasen estudiar, jugar y
crecer felices. Con esta euforia salimos del salón de actos dispuestos a
cambiar el mundo. Nosotros, al menos, intentaríamos mejorar el nuestro.
Así que nada más llegar a casa,
se lo conté a mis padres, los cuales nos dieron a mi hermano Pedro y a mi todo
su apoyo. Papá nos dijo que iría con nosotros adonde hiciese falta, y por
supuesto, nos ayudaría a hacer las pancartas con las que saldríamos a
protestar. Fue así como padres, profesores y alumnos salimos a la calle con
nuestros carteles, decididos a que nos escuchasen aquellos que estaban jugando con
nuestra educación.
Fue una tarde emocionante. Mi
amiga Clara y yo fuimos juntas, acompañadas por mi papá y su tía. Estábamos tan
emocionadas que nos sentíamos como chicas mayores. Aunque no tengo muy claro si
esto servirá de algo o no, lo importante es que no nos conformaremos. Estoy
segura que si luchamos juntos conseguiremos vencer todas las cosas injustas que
quieren imponernos.
Que bonito que los padres de María le apoyen,con los tiempos que corren donde los padres ignoran a sus hijos,es de agradecer que se involucren e inculquen los verdaderos valores que harán de María un adulto de provecho.
ResponderEliminarMe encanta María y su madre tiene mucho talento.
Enhorabuena
Los padres siempre deben ser el mayor apoyo para sus hijos, educarles con valores como la justicia y el respeto por los demás es fundamental si queremos una sociedad sana. Gracias por tu comentario y me encanta verte por aquí otra vez.
EliminarUn biquiño tesoro
¡Buenas tardes Lua! Tremenda y valiente nuestra María tiene madera y todo con razón la pena es qué ya tenga que pasar por estos trances tan niña ,al final lo qué están consiguiendo estos crápulas es que nuestros niños se hagan mayores antes de tiempo .y María las coge al vuelo no se le pasa ni una. Me encantó Lua gracias por dejármela en el muro.Feliz tarde de carnaval .Bikiños corazón
ResponderEliminar¡Buenas tardes Mila! Bueno ya sabes como es María incapaz de quedarse quieta y más si los afectados son los niños. Espero que las cosas se solucionen porque es muy triste que estemos jugando con su futuro, deberíamos construirles un mundo mejor y no destrozarles el que tienen. Que pases unos buenos carnavales guapisima y gracias por tu apoyo. Un biquiño enorme linda
EliminarGuauu que historia más chula, actual y bien escrita. Me alegro guapa de que estés agarrando el ritmo otra vez, señal de que estás animado. Me ha gustado mucho Lúa. Muchas felicidades y sigue así. Seguro que a mi niña le gustará. Bicos
ResponderEliminarCreo que es un tema que María tenía que tocar, además le afecta directamente. Gracias Sandunguera por tu visita y tu comentario. Ahora intentaré publicar cada semana, después de pasar un "bache" ya estoy mucho mejor, gracias por tu interés y tu apoyo.
EliminarUn biquiño amiga
La mejor noticia que podías dar. Ánimo con ello y me alegro mucho. bicos
EliminarQué dificil es calificar a María sin repetirse. Es fantástica, sin duda. Otra magnífica historía.
ResponderEliminarY me alegra mucho saber que estás en forma, amiga.
Un biquiño, Lúa.
Gracias Fernando por tu apoyo y por estar siempre ahí. Me alegra mucho que te guste tanto mi María a ella también le gusta Nandi y me pregunta por él jajaja. Te agradezco mucho tus ánimos y espero que ahora nada rompa mi ritmo.
EliminarUn biquiño amigo