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lunes, 9 de abril de 2012

Pasamos la Semana Santa en el pueblo

La semana pasada fue Santa. Se llama así porque celebramos la muerte y resurrección de Jesús. Son unos días de recogimiento y oración. Aunque yo prefiero las navidades porque son más alegres, esta semana me gusta porque estamos de vacaciones y no tenemos colegio. Así que el miércoles pasado, salimos por la noche hacia el pueblo de los abuelos. Cuando llegamos, la abuela nos recibió con una suculenta cena, y mientras saboreábamos la comida, el abuelo nos puso al corriente de las actividades que se celebraban en el pueblo durante esos días.

-El viernes es el día más importante y habrá una procesión con el Cristo y la Virgen de los Dolores. Me gustaría que mañana bajásemos al pueblo y tanto tú como Pedro participaseis en los preparativos -dijo el abuelo a mi papá.

-Por supuesto, puedes contar con nosotros. Sé muy bien lo importante que es esto para la parroquia e iremos encantados -contestó papá con una sonrisa.

-¿Puedo ir yo también? -pregunté.

-Pues claro que puedes, así ayudarás a las mujeres a vestir a la Virgen -respondió el abuelo.

-¿Qué está enferma y no puede vestirse sola?

-No cariño, es que no estoy hablando de una persona sino de una figura. Para que lo entiendas, es como si fuese una muñeca pero algo más grande -explicó él entre carcajadas.

Al día siguiente nos dirigimos hacia la iglesia del pueblo. Nada más llegar un hombre se acercó a nosotros y le explicó al abuelo lo que tenían que hacer. A mí me mandaron con un grupo de mujeres que estaban muy atareadas limpiando y colocando flores. Yo las ayudé en todo lo que pude y una vez terminamos, nos fuimos a una pequeña habitación donde estaba la Virgen. Con mucho cuidado comenzamos a vestirla. Aquellas mujeres sacaron de un armario un vestido blanco y una preciosa capa de terciopelo negro con bordados dorados. Una vez vestida, la peinaron y cubrieron su cabeza con un manto de color negro.

-Muy bien, pues esto ya está ¿Qué te parece María? -dijo una de las mujeres.

-Está muy guapa, pero parece triste -respondí.

-Es que lo esta, su hijo acaba de morir por todos nosotros los pecadores -me explicó.

-¿Por mi culpa también? -pregunté nerviosa.

-No cielo, tú no tienes culpa de nada que tú eres un angelito -habló una de las señoras más mayores.

Cuando salimos de aquella habitación, me acerqué a mi papá y pude observar que los hombres habían colocado a Jesús en una enorme cruz. Estaba clavado a ella, cubierto con una pequeña sabana de cintura para abajo, tenía heridas y una corona de espinas en su cabeza. La verdad es que no me gustó nada y me producía mucha tristeza.

-¿Por qué solo lleva una sabana? ¿No crees que tendrá frío? -le pregunté a papá.

-No nena, él no siente nada -me respondió.

-Yo no sé si sentirá algo o no, pero a mí me da escalofríos al verlo -concluí.

Aquella noche tuve pesadillas y dormí fatal recordando la imagen del sufrimiento de Jesús. Nada más despertarme, salí de mi cuarto y me dirigí hacia la cocina donde estaban mamá y la abuela preparando el desayuno. Al entrar las escuché que murmuraban algo como “que mala suerte, tantos preparativos para nada”

-Buenos días ¿Ocurre algo? -pregunté medio adormilada.

-Buenos días nena. No pasa nada malo, lo único es que está lloviendo y así no podremos hacer la procesión -contestó mamá.

-Tanto trabajo para que todo estuviese perfecto ¡Ay que pena señor! -dijo la abuela con tristeza.

-No me extraña que llueva, eso es el cielo que está llorando -dije.

-¿Por qué dices eso nena? -preguntó mamá.

-Todo es muy triste mami. Estamos celebrando una muerte y encima le hicieron mucho daño. Si yo fuese cielo también lloraría, no me gusta nada esta celebración -hablé apenada.

-Escucha María, en esta semana recordamos la muerte de Jesús pero no debemos hacerlo desde la tristeza. Esto es una manera de conmemorar lo que hizo por nosotros y forma parte de nuestra religión -me explicó.

Aunque entendí a mamá, sigo pensando que estas fiestas son demasiado tristes. Yo lo que quiero son celebraciones alegres que me hagan sentir bien, y pensar en muerte y dolor no me apetece nada. Lo único que siento es que al final la tan esperada procesión del Viernes Santo no pudo celebrarse porque llovía mucho. Pero bueno, seguro que el año que viene sale el sol.

5 comentarios:

  1. Estoy, una vez más, de acuerdo con María: son fiestas tristes. Es de los que más me han gustado, Lua. Felicidades, un beso.
    PD.(Sí, estamos fuera de cuentas y esperando, (risas))

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  2. Gracias Fernando, la verdad es que a mi no me gustan estas fiestas. Lo que cuenta María es lo que yo sentí de pequeña cuando vi al Cristo de mi pueblo clavado en la cruz. Respecto a Victor, espero que no se demore mucho porque María está deseando conocerlo (risas). Un beso.

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  3. Hace poco que llegue a este blog y me tiene totalmente enamorado. Me encantas Lúa, tu forma de contar las historias de María. Te estas convirtiendo en mi autora favorita. Gracias y sigue asi.

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  4. A mi tambien me tiene atrapada esta niña mayor. Alegro hace mucho mi vida.

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  5. cuanta dulzura que hay en tu relato
    felicitaciones desde ARGENTINA

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