Como a mí estas cosas cada vez me
cuesta más entenderlas, decidí, ayer por la tarde, preguntar en clase a nuestra profesora, la
señorita Paula, quién era ese señor que tanto poder parecía tener sobre
nosotros. A ella le gustó mi pregunta porque me dijo que era necesario que
nosotros entendiésemos lo que estaba pasando, ya que éramos los primeros
afectados por la nueva ley.
-¿A qué ley se refiere?
-interrogó mi amiga Clara.
-A la LOMCE que es la ley
orgánica para mejorar la calidad educativa -le respondió nuestra maestra.
-Ah bueno, entonces no hay
problema. Si es para mejorarla no es nada malo -dije aliviada porque pensaba
que nos iban a querer fastidiar otra vez.
-Te equivocas María, no solo es
malo, es peor. Porque con esta nueva ley retrocedemos a los años cincuenta y se
pierden muchos de los avances que se han conseguido hasta ahora -me explicó la
señorita Paula.
-Pero eso no tiene ningún
sentido, mejorar es convertir algo malo en algo bueno y no al contrario -hablé
sintiéndome muy confundida.
-Debería ser así, pero en este
caso no lo es -nos dijo la profesora.
Fue entonces cuando nos explicó
en qué consistía esa ley que intentaba aprobar el Señor Wert. La LOMCE pretende
que los estudiantes tengan que hacer más exámenes al final de cada ciclo, tanto
en primaria como en la ESO. Además de dificultar el acceso a la universidad
poniendo unas tasas y matriculas muy caras que la mayoría de padres de familias
con pocos recursos no podrán pagar. Facilita la expulsión de los alumnos con
dificultades para que no puedan llegar a estudios superiores. También quieren
imponer asignaturas que no eran obligatorias, como la religión, para que
cuenten en las notas finales. Esto todo terminará con los estudiantes de las
clases más bajas y las carreras universitarias solo podrán hacerlas los hijos
de gente rica. Una ley, en definitiva que destruye vuestro derecho a la
enseñanza pública, gratuita, de calidad, laica y democrática.
-¿Y quien es ese señor para
decidir cómo debemos estudiar? -pregunté enfadada.
-Ese señor es el ministro de
educación, el que manda en todos los colegios, institutos y universidades
públicas del país -me contestó la señorita Paula.
-Pues no me parece justo, nosotros
solo queremos estudiar para tener un buen trabajo y un futuro mejor -habló
Lucas muy serio.
-Tienes toda la razón, por eso
nosotros los profesores y vuestros padres no queremos que esa ley se apruebe.
Deseamos lo mejor para vosotros y que todos tengáis los mismos derechos y las
mismas oportunidades. Por todo ello mañana iremos a la huelga -dijo la
profesora.
Por eso esta tarde volvimos a
salir a la calle, allí estábamos, otra vez. Apoyados por los mayores que se
negaban a que nuestro futuro sufriera más recortes. Con nuestras pancartas y
nuestra voz. Subida en los hombros de mi padre gritábamos por las calles de la
ciudad:
¡NO A LA LOMCE!
¡BASTA DE ATAQUES CONTRA LA
ESCUELA PÚBLICA!
¡LOS RECORTES PARA LOS BANQUEROS!
Lo que más rabia me daba de todo
esto, es que aparte del Señor Wert, la gran culpable de todo era la Señora
Crisis. Una vez más ella se empeñaba en fastidiarnos, no tenía suficiente con
mortificar a nuestros padres, dejándoles sin trabajo, ahora también quería
destruir el futuro de los niños.
Entonces recordé que mi papá
siempre decía que uno debe luchar por lo que cree y no debe rendirse jamás, y
eso es justo lo que haremos. Desde aquí le digo a ese Señor Wert, que tendrá
mucho poder y se creerá muy importante, pero si piensa que porque somos niños
nos vamos a callar y permitirle que juegue con nuestro futuro…es que no nos
conoce nada.