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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Mi verano con Andrea y el fin de las vacaciones

Que penita me da que ya se estén acabando las vacaciones. En poco más de una semana empezará de nuevo el colegio y todo volverá a ser lo mismo. ¡Con lo bien que estaba en la granja de mis abuelos! Después de haber pasado todo el mes de agosto con ellos, hoy regresé a casa. Nada más llegar, mamá y papá me recibieron con besos, abrazos y montones de achuchones, y aunque yo también me alegré de verles, creo que exageraron un poquito ¡Ni que me hubiese ido a la China!

Tan solo llevo un día en casa y ya echo de menos el pueblo. Allí la vida es infinitamente mejor que en la ciudad. Todo es paz y tranquilidad. Además me dejaron hacer un montón de cosas. Podía salir a la calle sin miedo al tráfico…básicamente porque no hay. Cualquier hora es buena para ir a jugar y no tenía que acostarme temprano. También me divertí con los animales de la granja: las ovejas, las vacas, los cerdos y las gallinas. Todas las mañanas ayudaba al abuelo a cuidarlos y ellos me lo agradecían en sus diferentes idiomas. Aunque lo mejor de todo, fueron las tardes en la piscina del pueblo. Mi abuela me llevaba casi todos los días para que pudiese darme un chapuzón, y poder así, hacer amistad con los otros niños. Fue allí donde conocí a Andrea.

Ella era una niña un poco diferente a los demás. Casi siempre estaba metida en líos y por eso terminaba castigada y sola. Nadie quería jugar con ella y apenas tenía amigos. Solo se acercaban para provocarla y que hiciese las trastadas que los demás no se atrevían a hacer. Por supuesto Andrea lo hacía y acababa cargando con las culpas de todo, por lo que su fama de traste crecía cada día más.

Todo el mundo la criticaba a ella y también a sus padres, a los que culpaban del comportamiento de la niña. A mí, en cambio, me parecía muy graciosa y creo que la gente exageraba mucho. Así que decidí hacerme su amiga, pero de las de verdad. No haría como los demás que solo la utilizaban para burlarse de ella.

Poco a poco fui descubriendo que Andrea era una niña encantadora, muy cariñosa y que lo único que quería era jugar y divertirse. También supe que padecía una especie de enfermedad que se llamaba hiperactividad. Su mamá me explicó que esto la hacía actuar sin pensar en las consecuencias. Además tenía dificultad para aprender las cosas debido a que le costaba concentrarse y prestar atención.

-¡Oh que pena! Ahora lo entiendo todo -le dije.

-No debes sentir pena María, es una niña como las demás que solo necesita cariño y compresión. Pero la gente prefiere criticarla a comprenderla -me explicó su mamá.

-Pues yo le daré todo eso y me gustaría mucho que la dejases venir a dormir a mi casa, ¿me das permiso, por favor? -le pregunté.

-Siii mami, déjame ir con María, anda porfis -habló Andrea toda emocionada.

-Vale, vale, está bien. Pero primero deberías preguntarle a tu abuela nena, ya que no me gustaría molestarla -contestó su mamá.

-No te preocupes, estoy segura de que ella aceptará encantada -respondí con una sonrisa.

-De acuerdo, entonces puedes ir Andrea, pero recuerda portarte bien -concluyó su madre.

Aquella fue la primera noche que pasamos juntas y recuerdo que fue estupenda. Ayudamos a mi abuela con la cena y al terminar recogimos todo. Andrea tanto quería hacer, que cogió los platos alocadamente y con tanta prisa terminó rompiendo uno. La pobre se quedó muy triste y no paraba de pedir perdón. Pensaba que ya no íbamos a quererla por eso. Pero en ese momento la abracé fuerte y le dije que no importaba nada, tan solo era un plato y nada más. Desde aquel día, ella y yo fuimos inseparables.

Pasamos el resto del mes juntas y nos hicimos muy buenas amigas. Lo pasamos genial: nos bañamos en la piscina, hicimos un pequeño picnic con su madre, montamos en bicicleta y también ayudamos al abuelo a recoger la fruta madura de la granja. Mientras Andrea y yo estuvimos juntas, ninguno de los niños del pueblo quiso jugar con nosotras. Incluso le llegaron a decir a mi abuela que cómo me dejaba andar con ella, que era una mala influencia para mí. Pero ella les contestó que vergüenza debería darles, y que lo que tenían que hacer, es enseñar a sus hijos educación y no a despreciar a los demás por ser diferentes.

Aunque me sentí muy orgullosa de la respuesta de mi abuela, no pude evitar sentir mucha pena, al comprobar como la gente  rechazaba a Andrea sin conocerla. Ni siquiera le daban la oportunidad de demostrar lo maravillosa que era. Pero bueno, ellos se lo perdían, para mí era mi amiga y punto. Así que cuando tuve que regresar a la ciudad nos despedimos entre lágrimas y prometimos escribirnos. Sin duda ha sido un buen verano y ya tengo ganas de que llegue algún fin de semana largo, para volver al pueblo y jugar con ella.

10 comentarios:

  1. Porr finnn María, cuanto la echábamos de menos madre mía. Ahora ya sabemos que se fue de vacaciones y que hizo una nueva amiga, jeje. Espero no estés muy morena María y cansada por las vacaciones y que el regreso al cole y a tu diario, sea tan bueno como nos tienes acostumbradas. Que gran noticia leerte de nuevo. Besos guapas.

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    1. Gracias guapa yo también me alegro mucho de regresar. Ha estado bien el descansito en el que he podido recargar las pilas jeje. Y si estamos bastante morenas María y yo jeje. Te agradezco tu fidelidad y espero que sigas disfrutando con mis historias.
      Un biquiño enorme para ti y otro para tu niña ♥♥

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  2. Lúa gracias por volver y traernos a tu Maria, mas aún con este mensaje de integración y cariño.
    Un abrazote desde mi invierno, pero con mucho calor afectivo.

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    1. Gracias Moli, yo también me alegro de volver. Necesitaba un descansito y recargar las pilas para enfrentarme al largo invierno jeje. Te agradezco mucho tu comentario amigo.
      Un biquiño enorme desde el final de mi verano :)

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  3. Pequeña y dulce Maria, eres tan dulce y sensible que me recuerdas cuando yo era niña y solo me importaba jugar y defender con mucho cariño aquellas amigas que hoy despues de varias décadas seguimos estando juntas
    LUA ,BELLO TU RELATO
    BESITOS

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    1. Tú si que eres dulce amiga mía y me alegro que te haya gustado mi relato. Gracias por tu comentario y por tus bellas palabras.

      Un biquiño guapa :)

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  4. Qué bueno que volviste!!
    Espectacular, María, dando una nueva lección de humanidad, de personalidad, de valores, fenomenal, como siempre.
    Esta es de las historias que deberían leerse en todos los colegios.
    Felicidades, Lúa!!
    Un biquiño, amiga.

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  5. ¡Hola Fernando! La verdad es que ya tenía ganas de volver. Ya no sé vivir sin María y sin su maravillosa forma de ser jeje. Me encantaría que se pudiesen leer historias como esta en el colegio, pero bueno tiempo al tiempo. Gracias una vez más por estar ahí.
    Un biquiño amigo.

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  6. Mila Miguélez Teixeira8 de septiembre de 2012, 19:17

    Buenas tardes Lua! Por fin!! Qué ganas de saber de María, vaya alegría también ver qué paso unas vacaciones inolvidables con su nueva amiga. Es genial, humana cien por cien, eso de que todos pasaran de su amiga y ella no paró hasta conocer de verdad a Andrea...Las personas solo miran desde fuera no se molestan en conocer y después opinar, solo María ,razón tiene su abuelita no se puede despreciar a nadie por ser diferente pobre Andrea lo pasaba mal porque nadie trataba de comprenderla solo criticarla solo María con su buen corazón supo cómo tratarla no esperaba menos de ella .Gracias Lua precioso relato el de hoy, y es como la vida misma .Besitos cielo :-))♥♥

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  7. :) todo bienn?? ;) va que si, todo bien Lua. Me metí para leerte y decidí escribirte para desearte buenas tardes. Cada vez me gusta más esta niña.

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